Las normas nomás

Hace unos días leí un artículo que ha motivado esta entrada y que no pienso enlazar. Aquí lo tenéis: Estás muy equivocado – Madridenbicicleta. En el mismo se relata una anécdota entre dos ciclistas. Muy resumidamente:

Un ciclista se salta un par de semáforos y el otro ciclista, que es el autor del artículo, le da alcance para recriminarle la fechoría. El artículo recoge el intercambio de opiniones entre estas personas. Dos visiones enfrentadas. ¡Sólo puede quedar uno! En un momento del artículo, el autor dice: «este debate me llamó la atención acerca del encabezonamiento de algunos.» Vaya por dios, yo también soy un cabezón.

Been there, done that.

Desde mi óptica el encabezonado es el autor del artículo enlazado. El diálogo es un compendio de argumentos poco originales que podríamos resumir en “las normas son las normas y hay que cumplirlas” y “si no respetamos las normas no nos respetarán a nosotros.  No puedo disculpar al ciclista por ir por la acera, pero el resto de acciones no me parece que justifiquen perseguir a alguien y darle la brasa. Por otra parte no puedo saber si el ciclista circulaba de forma temeraria, cuantas personas o vehículos habían por la calle, ni cómo se saltó los semáforos, etc. No obstante, voy a comentar en base a lo leído tal como imagino los hechos. ¿Qué otra cosa puedo hacer?

  • Autor: “¿Sabes que te has saltado dos semáforos, circulado por el carril bus y por la acera?”
  • Ciclista: (Más sorprendido todavía) “Si, claro… Con la bici… En Paris con la bici…”
  • Autor: “Ya, ya. He estado en París. Pero esto no es París y hay que respetar las normas que tenemos…”

Cuando se argumenta que las normas son las normas y hay que cumplirlas se está cerrando la puerta al debate sobre si la razón que justifica una norma o una obligación está fundamentada o es justa. De esta manera el autor impide al ciclista explicar sus motivos para saltarse un semáforo o circular por el carril bus. Por ejemplo, razones bastante válidas son no causar perjuicio o daño a nadie, ahorrar tiempo o circular por el carril más seguro disponible en ese momento.

Además se presenta en formato de doble negación por el añadido “esto no es París”. De tal forma se niega de nuevo la posibilidad de discutir el fundamento de las normas tomando el ejemplo de París. París o cualquier otra ciudad sirven a la perfección como ejemplos porque demuestran que las normas pueden ser distintas sin crear peligrosidad o problemas de convivencia, que es a lo que los cabezones se agarran para justificar su pesadez adoctrinadora de autoescuela. En París las normas son distintas, lo cual nos indica que no existe un absolutismo sobre la corrección de las normas. Los ciclistas proponen imitar París y permitir a las bicis salterse el rojo – elperiodico. «…podido comprobar durante tres años que la siniestralidad no crece y que la fluidez del tráfico aumenta«.

  • Autor: “Hombre, es que nosotros debemos ser los primeros en respetar las normas si queremos que los coches las respeten”
  • Ciclista: “¡No me compares!”
  • Autor: “A ver, luego querrás que un coche no se salte semáforos, respete la distancia, señalice…”

¿No hay algo que chirría? El coche es una amenaza por su gran masa y velocidad. Una conducción distraída, no digo ya temeraria, puede acabar en desastre. El autor pretende equiparar coche y bicicleta para apuntalar que saltarse una norma es igual conduciendo que yendo en bici. Pero no tiene razón. Si un conductor se salta un semáforo, por ejemplo porque decide no frenar cuando cambia a ámbar puede generar mucho peligro. Si un conductor adelanta a un ciclista sin respetar la distancia de seguridad le está poniendo claramente en riesgo. Si pensamos ahora en el caso inverso, sustituyendo al coche por la bici, el ciclista no supone un riesgo remotamente parecido. Yo censuraría el comportamiento de los ciclistas, y de hecho así lo hago, cuando generan un riesgo para terceros o para sí mismos. Pero no se me ocurre echarles la bronca por moverse por la ciudad como hace el 90% de los peatones.

  • Ciclista: “¡No tiene nada que ver un coche con una bicicleta! Y en París las bicis…”
  • Autor: “Evidentemente no, pero las normas que tenemos son para todos, si tú te las saltas quién te dice que un coche no se las pueda saltar…”.
  • Ciclista: “¡Estás muy equivocado! ¡No puedes comparar una bicicleta con un coche!”
  • Autor: “Claro que no, pero las normas…”

Si el respeto a las normas fuera lo que garantiza ser respetados, no entiendo realmente como los conductores no se han inmolado unos contra otros ya. Conduciendo se incumplen muchas normas, especialmente en lo relativo a límites de velocidad siendo la velocidad la mayor fuente de peligrosidad y riesgo, y eso no parece inconveniente para que los conductores se respeten entre ellos. Podría ser que los conductores se respeten entre ellos porque se reconocen como iguales y porque entre un coche y otro coche no se puede establecer una relación de poder como sí se puede establecer entre un coche y una bicicleta. «Si no te apartas y me dejas pasar te echo de la calzada» – le dijo la bici al coche.

Mortalidad vs velocidad mph.
Mortalidad vs velocidad mph.

Hacia el final, el autor concede que no es lo mismo la bicicleta que el coche, pero insiste en que las normas son las mismas. Y ahí está el quid de la cuestión: son las mismas normas para vehículos radicalmente diferentes. Las normas impuestas al ciclista y ajenas a él son unas normas creadas para el tráfico a motor. No me molesta cumplir las normas. Soy un conductor exquisito en las contadas ocasiones en que cojo un coche. Lo que me molesta es el empecinamiento ciego en que es bueno, incluso necesario, que los ciclistas sigamos las normas de los coches que nos aplican muy mal. No comparto la estrategia de ser unos chicos buenos para caerle bien al poder y conseguir avances en movilidad ciclista. Esa actitud me parece una sumisión al orden establecido y un reforzamiento del statu quo. Por la otra parte, tampoco pienso que acatando las normas a conveniencia vayamos a cambiar nada. Lo que hagamos en la calle no importa mucho, la verdad. La lucha hay que canalizarla a través del asociacionismo.

Todos somos infractores de distintas normas y es curioso como el tipo de normas que  infringe una persona varía en función del vehículo que toma. Lo que diferencia moralmente un acto de otro son las consecuencias del mismo. Y por más que se empeñen los evangelistas de la doctrina de la autoescuela, un ciclista y un conductor saltándose un semáforo no son equiparables. Más ejemplos en Multas a ciclistas – Alertaciclista. Por eso que las multas sean iguales es un abuso y una desproporción clarísima. En Alemania el importe es mucho más reducido y es así porque se entiende la naturaleza de la bicicleta como distinta a la del vehículo a motor. Multas para ciclistas en Alemania – aruedalenta.

La pregunta es, ¿qué modelo de ciudad queremos? ¿Una en la que prevalezca el tráfico motorizado o una donde ciclistas y viandantes sean protagonistas? ¿Qué ciudad es más segura? ¿Qué ciudad tiene mayor calidad de vida? Las normas tienen el poder de decantar la balanza en uno u otro sentido. ¿Vamos a jugar a su juego? ¿Vamos a cumplir unas normas que no se adaptan a las personas?

Me gustaría saber si los ciclistas como el autor del artículo recuerdan a los conductores de vez en cuando que no tendrían que abusar tanto del coche o que nos están envenenando con sus humos. La cuestión es si los ciclistas vamos a cambiar algo cumpliendo unas normas ideadas para el coche. Mi opinión es que no y mi estrategia es la desobediencia fundamentada en la reflexión y en el respeto a la integridad de los demás.

Rosa Parks se negó a ceder el asiento a un blanco y moverse a la parte trasera del autobús en el sur de Estados Unidos, el 1 de diciembre de 1955. Por tal acción acabó en la cárcel. La cuestión es si hubiera cambiado algo si Rosa Parks hubiera obedecido las normas.

Rosa Parks.
Rosa Parks desafió las leyes racistas y segregacionistas.

Dorothy Counts, la primera chica negra en asistir a una escuela para blancos en EEUU, recibiendo las burlas de sus compañeros blancos en la Harry Harding High School de Charlotte, 1957.

Dorothy Counts.
Dorothy Counts desafiando las normas de una sociedad racista.

Organizadores de la carrera intentando impedir a Kathrine Switzer competir en la Maratón de Boston. Ella consiguió ser la primera mujer en terminar la carrera, 1967.

Kathrine Switzer.
Kathrine Switzer atacada por los defensores de las normas misóginas.

No respeto unas normas que no perjudican a nadie si las incumplo y que considero injustas. Creo que está fuera de toda discusión que los coches son los reyes de la ciudad y que la infraestructura y las normas están pensadas para beneficiarles. No siempre fue así: Jaywalking o un poco de historia sobre cruzar la calle de forma indebida – Circula seguro. Los conductores son una minoría social con privilegios cuya actividad perjudica al conjunto de la sociedad. Por la otra parte, tenemos a personas yendo en bici que no solo hacen algo positivo por su salud, sino por la de los demás. ¿Y nosotros vamos a bailar a su ritmo? Creo que un poco de desobediencia no nos vendría nada mal.

Este es un tema recurrente en el blog y es un buen momento para repasar artículos anteriores. Os los dejo en orden cronológico de publicación.

Termino con un vídeo donde se puede ver como los holandeses consiguieron lo que disfrutan ahora. A base de desobediencia, hostias y confrontación.

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