De momento este es el segundo artículo dedicado a las ciudades inteligentes y la bilis no tiene pinta de estar acabándoseme. El primero fue Smart-jetas. ¡Léanlo!
La inteligencia
Mientras la sociedad, aparentemente, aprecia valores como la honestidad y la inteligencia, las urnas demuestran lo contrario. Tomen de ejemplo el Brexit en UK, la victoria de Donald Trompeta en EEUU, de Berlusconi en Italia o de Mariano el Percebe en España. Los hechos ya no importan, hemos entrado en la era de la post-verdad. La inteligencia es (¿era?) un valor positivo. A todos nos gusta sentirnos inteligentes. Serlo es otra cosa porque conlleva esfuerzo. La inteligencia, o la apariencia de ella, nos seduce.
Los publicitas y los ideólogos neoliberales no son tontos. Su éxito depende de nuestra miseria. Saben exactamente que teclas tocar en las personas para que consuman lo que ellos quieren o para que les den su apoyo. ¿Crees que eres libre? ¡Si hasta usan la neurociencia para venderte mejor la moto! Cátedra Heineken UPV de neuromarketing (UPV). La Universidad Politécnica de Valencia siempre a la vanguardia en vender su alma al diablo.
Una de las herramientas de manipulación en marketing y política es la tergiversación del lenguaje para ocultar la verdadera naturaleza de las cosas. Despido en diferido y lo demás ya tal. Ya no te venden un simple teléfono, te venden un Smartphone con más potencia de cálculo que la nave que llevó a los astronautas a la Luna (Youtube). Nos idiotizan con la smart tv. No es sólo que para vender le añadan al producto el adjetivo inteligente, es que además te lo ponen en inglés porque ya se sabe que somos muy paletos y un par de palabras en la lengua de Shakespeare (Youtube) nos deslumbran.
Hoy por hoy, se le está dando mucho bombo a la smart city o ciudad inteligente. Suena cool y por fuerza tiene que ser algo bueno, ¿no?
Smart city
Las ciudades son sistemas muy complejos. En ella habitan cientos de miles de personas que a diario se desplazan y consumen materiales y servicios. En las ciudades hay que gestionar suministros de agua, luz, gas, recogida de basuras, sistemas de alcantarillado, movimiento de mercancías, gestión del tráfico, gestión de sistemas de emergencia (policía, bomberos, ambulancias), mantenimiento de infraestructura y edificios públicos, iluminación, mantenimiento de jardines y parques… Y muchísimo más.
Las smart cities aprovechan los avances de las tecnologías de la información y comunicación para generar grandes cantidades de datos cuyo análisis, en tiempo real o pasado, pueden facilitar la gestión y hacerla más eficiente en términos de tiempo, consumo energético y de materiales. Todo bien.
PERO las tecnologías de la información son una herramienta al servicio del ser humano. Son personas, políticos y gestores los que deciden con qué fines y bajo qué ideología se utiliza la tecnología. ¿Se aplica la tecnología con el fin de hacer una ciudad más eficiente, más justa, democrática o accesible? ¿Se aplica con el fin de priorizar la fluidez del tráfico a motor o del tráfico de bicicletas? ¿Se aplica para conocer nuestros hábitos de consumo y fomentar la compra compulsiva? ¿Se utiliza para controlar, distraer y someter al ciudadano?
Al respecto de la movilidad, Marius Navazo, autor al que admiro y recomiendo, dice en 10 MITOS sobre movilidad urbana (9/10): la movilidad es una cuestión eminentemente técnica (Laciudadviva):
La movilidad se ha revestido de gran complejidad y hasta de cierta cientificidad a través de modelos de simulación del tráfico, análisis coste beneficio, estándares dotacionales y estudios de demanda. Todo ello con gran profusión de datos numéricos y gráficos que muestran informaciones de todo tipo. Ante tanta complejidad, ¿quién es el valiente que se atreve a opinar? Parece que éste sea un tema sobre el que sólo los algoritmos y los cálculos de capacidad puedan proponer y pontificar.
Pero nada más lejos. La movilidad urbana se da sobre un recurso finito y colectivo: el espacio público. Y la decisión sobre a qué modos de transporte (peatones, bicis, transporte colectivo y coches/motos) y a qué usos urbanos (movilidad, juego, encuentro, paseo, etc.) destinamos este recurso finito y colectivo tiene bien poco de técnico y mucho de ideológico. ¿O es que alguien piensa que un algoritmo es capaz de decirnos si una calle debe ser para que los niños jueguen? ¡Afortunadamente no!
Los objetivos honorables de la smart city serían:
- Un desarrollo sostenible.
- Un incremento de la calidad de vida de los ciudadanos.
- Una mayor eficacia de los recursos disponibles.
- Una participación ciudadana activa.
¿Se consiguen? ¿O por lo contrario las nuevas tecnologías sirven a mantener o incluso reforzar el actual estado de las cosas? Las tecnologías de la información se están aplicando en la ciudad según el bussiness as usual (Wikipedia). Se reviste de sostenibilidad y mejora de la gestión cuando a lo que sirve es a los intereses del mercado y a la ideología dominante.
Algunos ejemplos
Como me interesa la movilidad me voy a centrar en ella. Voy a mostrar algunos ejemplos que se englobarían bajo el marco de la smart city y a argumentar cómo algunas herramientas no contribuyen a mejorar la ciudad ni nuestra calidad de vida, sino a persistir en el modelo del coche para todo.
Gestión del tráfico en tiempo real
Las soluciones en este sentido tratan de facilitar al conductor la información en tiempo real del tráfico, así como gestionar las incidencias en carretera, las zonas en obras, el timing de los semáforos y la señalización, entre otras. A esto hay que sumar la actualización de los mapas, las recomendaciones sobre las rutas óptimas en términos de tiempo o de distancia así como los consejos para favorecer conductas ecológicas al volante que minimicen el impacto de los vehículos en el medioambiente. – Ecointeligencia
Es innegable que la gestión del tráfico en tiempo real responde al objetivo de conseguir la máxima fluidez de los vehículos a motor y no es sino una forma de facilitarle la vida al usuario del coche. Por lo tanto, la gestión en tiempo real del tráfico no desincentiva el uso del vehículo privado a motor sino que provee de información para que el conductor tenga una experiencia todavía mejor, por ejemplo, libre de atascos.
Existen multitud de aplicaciones para el móvil que nos dan información sobre el estado del tráfico para escoger la mejor ruta. La APPValencia, del Ayuntamiento de Valencia, sin ser una aplicación específica para ver el estado del tráfico informa sobre ello en el lugar más preferente. Penoso.
Gestión de aparcamientos
Se ha estimado que reducir la media de tiempo necesario para estacionar un vehículo de 15 a 12 minutos puede reducir en 400 toneladas las emisiones de CO2 en una ciudad como Barcelona. Según otro estudio, se estima que hasta el 45 % del tráfico en Manhattan es generado por coches que están dando vueltas para buscar una plaza de aparcamiento. En San Francisco un servicio ofrece información sobre la disponibilidad de plazas de garaje en tiempo real a través de una aplicación para Smartphone que permite consultar los parkings libres y su precio. – Ecointeligencia
Una vez más, ofrecer información al usuario del coche para que aparque más fácilmente en la calle no desincentiva el uso del coche. Más bien al contrario, le provee de una herramienta que hace su vida más fácil por lo que seguirá optando por este medio de transporte.
En Valencia se puede usar la aplicación Telpark con el beneplácito del Ayuntamiento de Valencia. Se trata de una app para renovar el ticket de parking de la zona azul (O.R.A.). Para el que no lo sepa, en la zona azul hay un límite de recarga de 2 horas de tiempo. En teoría, eso obliga al conductor a planear su estancia y a hacer sus gestiones rápido y marcharse. Se hace con la intención de favorecer el parking de rotación en detrimento del de larga estancia. Tener que volver a poner el ticket genera una pequeña molestia al conductor y es un incentivo para que organice sus gestiones y se vaya o para que decida acercarse a la zona por otros medios.
La aplicación Telpark elimina totalmente la limitación a 2 horas puesto que permite renovar el ticket en cualquier lugar. Con lo cual, ya no se fomenta el parking de rotación. ¿Smart o no? ¿A quién sirve y a quién beneficia la aplicación Telpark? ¿A la movilidad sostenible? ¿A dejar el coche aparcado en casa y moverse activamente? ¿Al que no se bajaría del coche ni para cagar (Youtube)?
Gestión de la explotación del trabajador
Pongo un último ejemplo no relacionado con la movilidad. Se trata de una noticia al respecto del crecimiento de las aplicaciones para ofrecer trabajo con contratos por días u horas. ¿En qué ayuda al trabajador y que tipo de estabilidad laboral le da que se potencien las contrataciones por días u horas? Estas aplicaciones son smart para beneficiar al empresario que quiere trabajadores a demanda pero perjudican al trabajador asalariado.
Reflexión
He traído sólo tres ejemplos, pero podríamos ampliar la lista. La tecnología siempre se pone al servicio de unos objetivos y de una ideología. La aplicación de la informática y las telecomunicaciones no son garantía por sí mismas para garantizar mejoras en nuestra calidad de vida, en la sostenibilidad medioambiental o en la democracia. Más bien al contrario, pueden convertirse en herramientas de control y opresión en manos de quienes tienen poder, medios e interés.
Cuando nos hablen de smart city o smart mobility debemos ser cautos y ser capaces de ver a quien benefician en última instancia. Si la ciudadanía no se mantiene alerta seguro que beneficiarán a las grandes empresas y servirán para mantener el statu quo.
Quizá os interese el libro “Cartografía de la ciudad capitalista”. Podéis descargarlo en PDF.
Anécdota final
He buscado algunas imágenes en internet con las palabras smart+city. Deléitense con las calles, avenidas y autopistas que se ven en las imágenes. Después de las fotos cito una anécdota que es posible que conozcáis de otros artículos. Si fuera el caso obviarla.
La anécdota es un texto de Diego Ortega, antropólogo y miembro del Col·lectiu Xunsa, que en una ocasión acudió a unas jornadas en la UPV sobre la ciudad inteligente. Precisamente Diego es autor, junto a otro, del capítulo cuarto del libro anterior. Las negritas son mías.
Desde hace un tiempo la palabra innovación se enarbola como bandera de cambio. Desde hace un tiempo el capitalismo necesita de un cambio. Y es que, como se decía en El Gatopardo, “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
Durante la tesis acudí a unas jornadas en la UPV tituladas “nuevas vías de circulación seguras, inteligentes y sostenibles”. Especial ciudades inteligentes. En la conferencia inaugural habló el responsable de innovación de Vodafone. Su intervención fue espectacular. Para su disertación utilizó la película Avatar como metáfora de lo que ha de ser una gestión de la ciudad. En concreto hablaba del centro de control de Pandora (bajo el mando de los humanos) como el lugar idóneo desde el que controlar todo lo que ocurre en la ciudad (sensores, cámaras…) y actuar al respecto (mas policía para la fluidez del tráfico, regulación semafórica prioritaria para dar fluidez al tráfico…). Cumplir este sueño, su sueño recordemos, requiere de un gran gasto energético y de materias primas para cubrir toda la ciudad con la tecnologías asociada al Big Data (coltán, cobre, silicio, etc.). Lo curioso del tema es que utilizara esta película para hablar de la ciudad verde y sostenible pues precisamente lo que iban hacer los humanos desde su centro de Pandora era reventar el planeta Avatar.
El resto de las ponencias fueron en esta línea. Todo era tecnología y bancos de datos, carreteras y velocidad. Que si controlar el peso de los camiones que circulan por la ciudad, que si nuevas tecnologías para saber lugares de aparcamiento, que si semáforos inteligentes con sensores para ver si hay peatones… En fin de todo menos poner limitaciones al coche. Creo que toda esta visión tecno-cultural de la movilidad innovadora queda muy bien reflejada en este fragmento del jefe de servicio de tecnologías de la Fundación InnDEA Valencia, una entidad promovida por el Ayuntamiento de Valencia:
“Para nosotros la gestión del tráfico en Valencia puede ser considerada como excelente. No lo decimos nosotros los datos nos abalan. Somos la segunda gran ciudad de Europa casi con menos congestión de tráfico. En Valencia fue donde inicialmente se creó el primer centro de gestión del tráfico por allá de 1970 y yo creo que un poco lo que estamos pretendiendo ahora con la ciudad inteligente es ni más ni menos que iniciar esa misma evolución que se tuvo entonces con la implantación de sistema inteligentes de tráfico y transporte pero no solo al ámbito de la movilidad sino también al ámbito de la ciudad. Entonces yo lo que querría es que fuéramos capaces de trasladar a toda la gestión de la ciudad pues esto mismo que ya se inició en su día en el ámbito del trafico […] Una ciudad es muy inteligente si tiene un liderazgo inteligente, si gestiona muy bien la gestión relacional, quiero decir que si trata como estamos haciendo hoy con otros elementos con universidades, con empresas tecnológicas, con distritos tecnológicos, etc. tiene en cuenta todo lo que hacemos todos y al final pues toma decisiones también estratégicas que hacen que las ciudades sean inteligentes. Yo me harto de decir que una de las cosas que más inteligente alguien ha pensado sobre Valencia es hacer que en su día no creciera más de entre 800.000 o un millón de habitantes y gente que tomó ciertas decisiones, sobretodo en movilidad, que nos permiten que hoy por hoy Valencia la podamos seguir cruzando en 25 minutos de norte a sur y de este a oeste. Esas decisiones, esas rondas norte, rondas sur y aspectos de movilidad estratégicas de urbanismo también son muy importantes y aquí aplican menos las TIC y lo que aplican es escuchar a los que saben a quién nos puede decir por donde tenemos que ir y a tomar decisiones de largo recorrido. Y nada más que decir. Muchas gracias.”